Beneficiarios BAR: El “Sanca” es sinónimo de amor y contención
Cuando a Alejandra Gómez le preguntaron si quería sumarse a dar una mano en la cocina del Centro Comunitario San Cayetano, respondió que sí sin dudarlo. Hoy, a más de 20 años de ese momento, la vecina de barrio Ludueña asume con la misma alegría y convicción la tarea de cocinar para sus propios vecinos en el comedor comunitario.
“El Sanca”, como le dicen cariñosamente las mujeres que forman parte de la comunidad, brinda un servicio de alimentación gratuita a más de 150 familias de la barriada de la zona noroeste de Rosario.
Más allá de la importancia de brindar un plato de comida diario a niños, jóvenes y adultos, en este Centro comunitario se realizan otras actividades como talleres y espacios de contención para vecinos de diferentes edades. “A mi el Sanca me da apoyo, amor, contención, me da cariño. Si me sacan el Sanca no sé qué haría”, confiesa Alejandra.
El Centro Comunitario San Cayetano es una de las primeras organizaciones sociales en ser beneficiaria de BAR. Desde hace 10 años que trabajamos de forma conjunta para reducir los índices de inseguridad alimentaria y lograr que más alimentos lleguen a quienes lo necesitan. Al igual que las más de 300 organizaciones beneficiarias, día a día trabajan por cambiar realidades en todas las zonas de Rosario y localidades cercanas.
Dar respuestas en un contexto difícil
“Si no existiría el Sanca sería diferente el barrio, hay mucha necesidad acá, tenemos mucha gente en lista de espera”, comenta Alejandra quien coordina las actividades del comedor uno de los cinco días de la semana en que entregan alimentos cocinados.
Además del almuerzo que se reparte al mediodía y que incluye un plato principal, pan y frutas, a la tarde se reparte una merienda. Pese a esto, las mujeres del Centro comunitario admiten que cada vez les llegan más solicitudes para recibir los alimentos. “No damos abasto. Está realmente muy mal la situación acá”, indica Alejandra.
Aún así son más de 50 las mujeres del barrio que se reparten en grupos de 11 personas que se dividen tareas de lunes a viernes y que buscan dar respuestas a las necesidades de sus propios vecinos.
La fuerza de las mujeres
Quienes comenzaron con la tarea de organizarse comunitariamente y brindar alimentos a las personas del barrio Ludueña son todas mujeres que encontraron en el comedor un hogar. “Para mi el Centro comunitario es como mi casa, y creo que las mamás que vienen acá lo sienten igual. Hace años que estoy, crié mis hijos acá y las mamás que están en el día a día acá también”, relata la referente del lugar.
Las diferentes tareas del día las dividen entre cocina, lavado de ollas, limpieza de baño, limpieza de piso y del salón. “Mis compañeras son únicas”, afirma Alejandra y cuenta que cualquier inconveniente de alguna de ellas es solucionado siempre de forma comunitaria.
Contención, familia y amor
Alejandra cuenta que llegó al Centro comunitario por medio de su hermana Claudia quien, junto a su mamá, ya formaba parte del comedor. En este lugar vieron crecer a sus propios hijos y a los de sus compañeras, vieron pasar varias generaciones de vecinos y a todos ayudaron generosamente.
El día que le preguntaron a Alejandra si se quería sumar no lo dudó porque ya había encontrado un espacio de contención en el “Sanca” luego del fallecimiento de su marido y de tener que asumir sola la crianza de sus hijos.
Por eso, para las mujeres del barrio el Centro comunitario San Cayetano es mucho más que un comedor donde se entrega un almuerzo caliente sino que es sinónimo de contención, familia y amor.